Desde junio, el crudo mantiene una tendencia general a la baja que le ha supuesto perder prácticamente todo el terreno ganado en 2022, un año en el que la materia prima se ha visto impulsada, en gran parte, por la invasión rusa de Ucrania.
Atrás quedó ese, para muchos, maravilloso nivel psicológico de los 100 dólares. Y, mucho más lejos aún, los máximos anuales de 128,21 dólares que el barril de petróleo Brent alcanzaba el pasado 7 de marzo. Hoy, cuando estamos a punto de estrenar diciembre, el crudo de referencia en Europa se mueve en niveles de 85,50 dólares.
¿Qué supone esto en números porcentuales? Recortes para el Brent del 33% desde sus máximos del año y, lo que es peor aún, unas ganancias en el acumulado cada vez más reducidas y que en estos momentos apenas superan el 8%.
La tendencia es muy parecida en el caso del West Texas Intermediate (WTI). Fue también el pasado mes de marzo cuando el valor del barril de referencia en EEUU logró marcar su precio máximo de 2022, situándose en 123,70 dólares, una cifra que difiere mucho de los 76,08 dólares a los que cotiza actualmente y que supone una caída del 38,4%.
Si nos finamos en el acumulado de este ejercicio, el WTI se salva por poco de los números rojos, ya que sus ganancias en bolsa este 2022 se quedan en el 3,8%.
Varios son los factores que han incidido en la caída de los precios del petróleo, y casi todos son macro y geopolíticos. El primero de ellos, y que a nadie se le escapa, es la ralentización de la demanda global por la subida de precios y el incremento de los tipos de interés.
A ello se une ahora el temor a que las nuevas restricciones contra el coronavirus en China lastren la demanda desde el mayor importador mundial de crudo y segunda economía del mundo.
Asimismo, la perspectiva de que el límite al precio del petróleo ruso que negocian los países del G7 se sitúe finalmente por encima de lo esperado y provoque menos restricciones de suministro de las previstas también ha contribuido a la ralentización del precio del oro negro.
Y, finalmente, también pesa en el valor de la materia prima el resto de sanciones rusas, entre ellas la que se decidirá el próximo lunes, 5 de diciembre, acerca de la prohibición de la UE sobre las importaciones de petróleo transportado por mar de Rusia.
Mientras, los actuales precios a la baja tanto en el Brent como el WTI son observados con atención por los países miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), liderada por Arabia Saudita. En septiembre, los países del cartel petrolero y Rusia acordaron rebajar los suministros de petróleo en 100.000 barriles al día a partir del 1 de octubre.
Además, las preocupaciones de que una política monetaria más restrictiva desacelere el consumo, así como las dudas sobre la demanda en China, llevaron a la OPEP+ a anunciar un importante recorte de producción en octubre; en concreto, la alianza llegaba a un acuerdo para recortar la producción en dos millones de barriles diarios de producción de crudo hasta finales del año que viene.
De momento, son muchos los que creen que la OPEP y la OPEP+ (que agrupa a la OPEP con 10 aliados productores de petróleo dirigidos por Rusia) podrían evaluar en su reunión del próximo 4 de diciembre nuevas medidas para volver a impulsar la cotización del barril de crudo. Eso sí, sin olvidar que al día siguiente serán otros los que decidirán sobre el futuro del oro negro con una «doble restricción» sobre las ventas rusas: por un lado, la prohibición de la UE sobre las importaciones de petróleo transportado por mar de Rusia y, por otro lado, el tope de precios del G7 para la materia prima rusa.
Con este escenario, hipotético por los posibles movimientos que pueden o no hacer las organizaciones para cambiar el rumbo del precio del petróleo, y real en cuanto a las caídas que está sufriendo el valor en los últimos meses, todo ello alimentado por el miedo a una recesión mundial que castigue la demanda, la opinión de los expertos está dividida.
Los más optimistas, como el responsable de investigación de materias primas de Goldman Sachs, Jeff Currie, cree que el índice de referencia del petróleo superará los 115 dólares el barril al terminar el primer trimestre de 2023, debido, señala a que la posición de suministro será relativamente funcional en el próximo ejercicio, por lo que, ese hecho, llevará al petróleo a reversiones que serán significativas. El banco, no obstante, reconoce que habrá caídas, a raíz del deterioro económico pronosticado, pero que el precio promedio será de 110 dólares para 2023.
Si hacemos caso al último sondeo de Reuters específico sobre la evolución prevista para el oro negro en 2023, recopilando la opinión de 42 analistas, el precio medio previsto para el barril de Brent en 2022 sube a 101,10 dólares, y se sitúa en 95,74 dólares para 2023.
Desde Barclays consideran que, con toda probabilidad, el mercado de esta materia prima experimente lo que llaman “turbulencias” debido sobre todo a la incertidumbre que se ha creado por la situación macroeconómica. Por ello, a finales del pasado mes de octubre el banco británico redujo en 3 dólares hasta los 100 por barril Brent su expectativa para el presente ejercicio. Con miras a 2023, lo recortó en 5 dólares por barril, hasta llegar a 98 dólares.
Por su parte, el principal organismo mundial en materia energética, la Agencia Internacional de la Energía (EIA) espera que el crudo Brent promedie los 93 dólares por barril en el cuarto trimestre de 2022 y los 95 dólares en 2023. “Las posibles interrupciones en el suministro de petróleo y un crecimiento de la producción de petróleo crudo más lento de lo esperado podrían conducir a una mayor alza de los precios del petróleo, mientras que la posibilidad de un crecimiento económico más lento de lo previsto puede contribuir a precios más bajos”, señalan en el último informe publicado.
Los analistas de JP Morgan se mostraban más pesimistas el pasado lunes, 28 de noviembre, cuando recortaban el precio objetivo del Brent para 2023 en ocho euros, hasta los 90 dólares.
Un escalón por debajo se sitúan las proyecciones de Citigroup. El banco estadounidense contempla niveles cercanos aún a los 100 dólares en el arranque del próximo año, con un precio de 95 dólares durante el primer trimestre del año, antes de iniciar una senda bajista que propiciaría una cotización media de 88 dólares en el conjunto de 2023.
Por último, las estimaciones de Citi se sitúan en línea con las proyectadas por los analistas de Bankinter, que fijan en 85 dólares el precio del barril de Brent en 2023.